26/12/08

23/12/08

De noche

Pone las llaves a hervir. Piensa en comprar más candados. Toma el café de la palma de la mano. Encuentra que la ley de gravedad vale menos que el vuelto del kiosco. Se suena la nariz con la sombra de un pie. Admira esa cara que aparece en el televisor. No sabe cómo apagarse. Es de noche: si no, sería otra historia.

21/12/08

Espera

Acomoda la silla frente a la mesa, la mesa frente a la ventana, la ventana frente a la calle. Se sienta. Vuelve a levantarse y abre las cortinas. Adelanta la hora para ver atardecer. Se sienta otra vez. Apoya las manos en la mesa. Estira las piernas. Mira por la ventana. Deja pasar el tiempo hasta que se hace de noche. En la otra habitación, el cadáver sigue esperando.

15/12/08

Fácil

Estoy en la esquina de mi casa, de pie sobre el cordón de la vereda, mirando como si fuera a cruzar las calles en diagonal. Pienso que debería ser fácil empezar a escribir una novela y seguir sin detenerme, páginas y páginas por día, hasta el final. Pasa un auto pegado al cordón, sin necesidad, tal vez para asustarme. No es que tenga una idea para una novela, hace mucho que no tengo ideas para novelas, es sólo que me gustaría probar otra vez el gusto exótico de estar escribiendo algo largo, algo con la cantidad suficiente de palabras como para no poder controlarlo de una mirada, algo parecido a la vida. Me desequilibro, apoyo un pie en la calle y enseguida vuelvo atrás, al cordón. Y al mismo tiempo, quisiera extenderme en ese bosque o ese desierto de palabras sin depender de las ideas previas, sin tener que explicar algo que se me haya ocurrido antes, posiblemente en un sueño, y que luche todo el tiempo por escapar del papel. La bolsa del supermercado, que llevo en la mano derecha, empieza a pesar y la cambio de mano. Pero no sé, no me veo con la paciencia de otros tiempos, paciencia que en realidad era dolor, dolor que era obligación de llegar al final para demostrar algo que nunca entendí qué era. Miro por sobre el hombro que apunta hacia mi casa, giro y empiezo a caminar. Por ahora no quiero probar, no será otra tarea pendiente, no tengo ganas de tareas pendientes, aunque sí, pienso que debería ser fácil.

La pila de papeles

Las cosas de que hablaba al principio son una parte de lo que llamo la pila de papeles. Sólo una parte. El total de la pila de papeles es el total de las cosas pendientes, las visitas, los proyectos, los trabajos; lo que todavía no fui capaz de sacar del archivo de lo por hacer, para meterlo en el ar­chivo de lo ya hecho. La pila de papeles crece, haga lo que haga. La pila de papeles se desparrama por mi cabeza y no puedo pensar.

Una de las propiedades de la pila es que no permite saber qué hay en su interior, a menos que uno la revise de punta a punta. Me da miedo revi­sarla. Y cuando finalmente venzo el miedo, siento un desgano tan grande que me parece una tarea imposible.

Imagínense una rata de laboratorio en medio de un laberinto. Ustedes conocen el camino correcto, pero la rata no. Ustedes ven el problema en su totalidad, con la solución incluida, pero la rata ve un pedazo de pared que le corta el paso.

Entiendan que no todo lo que hay en la pila es importante. A lo mejor no hay nada que importe de veras. Pero la suma de las partes, la aparien­cia de pirámide egipcia que tiene la pila, es otra cosa. ¿Qué puede haber ahí adentro, por debajo de poderosos faraones momificados, claves de la vida eterna, secretos del universo?

[...]

El efecto principal de la pila es que no me deja hacer nada. Ella está antes que todo, ella es todo. No puedo moverme. Lentamente me deses­pero. Con cuidado, con ganas, sin dejarme un minuto libre, me desespero.

[...]

A veces me digo que debe ser muy fácil ordenar los papeles, prestarles un poco de atención, romperlos y tirarlos por ahí, tal vez quedarme con uno o dos que signifiquen algo. Pero no puedo. Mientras tanto, insisten.

Su manera de insistir es ésta: de golpe, cualquiera de ellos me viene a la cabeza; a veces está asociado a otro u otros, a veces no. Entonces se me ocurre que resolver ese problema en particular es lo más importante de mi vida. Estoy a punto de decidirme a atacarlo, cuando recuerdo otro proble­ma, diferente, pero que sin ninguna duda debe ser resuelto antes que el primero. El por qué de esto apenas importa. En un único instante de algo que simula ser lucidez descubro que tiene que ser así, y después ni siquie­ra vuelvo a preguntármelo.

Cuando el asunto está casi aclarado, el proceso se repite y descubro un nuevo problema todavía más urgente, todavía más importante. En ese momento empiezo a deprimirme. Si dos problemas eran peores que uno, tres ya son un número bastante grande (“dos elefantes molestan mucha gente, tres elefantes...”). Para colmo, empiezo a entender que la cosa no termina ahí. Casi siento placer, mientras entreveo una galería infinita de puertas que se abren, mostrando cada una de ellas un problema mayor que el anterior.

Llegado ahí no me queda ninguna esperanza. El primer impulso de arremeter contra un fragmento de la pila está perdido. En su lugar queda la alegría infantil de descubrir el infinito en mi propia casa.

(Fragmento de una novela corta que escribí en 1978, llamada El borde, que sigue y seguirá inédita.)

Escena de RuneScape


Tomada por sobre la cabeza de mi hijo mientras él jugaba usando mi compu. Gabriel insiste con RuneScape. Yo, con World of Warcraft...

Bicho verde con antenas largas

14/12/08

Cerrado

Para la dueña del kiosco de mi cuadra, la información más importante sobre su horario es que está cerrado de 12.30 a 15.30, de lunes a viernes. No le importa que otros kioscos pongan énfasis en cuándo abren. Ni le importa que los sábados y los domingos también tenga cerrado. Ni que esté cerrado a la noche. Ni que el otro día, a las nueve y media de la mañana, también estuviera cerrado. Nada de eso. Lo central, lo que responde a las inquietudes del vecindario, clientes y no clientes, es que de lunes a viernes, de 12.30 hs. a 15.30 hs., está CERRADO.

Mi porción de atardecer

13/12/08

Twilight


Enredado

Papel

Me acaban de hacer notar que el papel no está tan blanco como otras veces. Me gustaría poder hacer algo al respecto, pero es el ruido, ¿oyen?, la sierra de la otra cuadra, las válvulas del colectivo que pasa por la esquina, el tipo que martilla como asesinando al perro. Todo contribuye. El papel recibe esas cosas, es como las plantas que son sensibles a todo. El papel se empieza a poner amarillo en los bordes, en las puntas. Lo escrito también se deteriora, se pone gris, más que nada en verano, cuando uno abre las ventanas y el ruido entra a tapar mi desorden con el suyo. Dejo como prueba la palabra prolegómeno, que (lo saben quienes me conocen bien) jamás usaría en un texto.

El fragmento descifrado hasta el momento no tiene mucho sentido



(Click acá para bajar la música desde archive.org.)

12/12/08

La espera

La espera no es una sola. Las esperas se superponen, se cruzan, se entremezclan.

Lo sé porque soy experto. Mi rol es siempre el de esperar. Puedo esperar once cosas simultáneamente, y al parecer sin esfuerzo.

Pero todo tiene precio, y la espera también. El tiempo gastado en esperar vale por dos, y llega un momento en que ese tiempo se suma, y entonces soy más viejo.

Sol de canto

Vigilancia

Noticias de hoy

Acusan admite amenazan anunció aprobó arrancó atenderán aumentaron autorizó brilló caen cambiará celebran coincidieron conspiran contagia crecen desciende eliminará entregó enviará excarcelan expresó extienden extraditan fracasó fueron funcionan ganó lanza limitan llamó llegan matan murió niegan paran pide podrá postergan presentan promete provoca quieren rechazó reconoció reduce rejuvenece reprimen sabemos secuestran trabajan vacunaron vuelve.

Raíces

Empezamos a echar raíces y ya las tenemos que volver a arrancar.

Pero queda un pedazo ahí abajo, siempre queda un pedazo. Raíz sin cuerpo, después duele a la distancia.

Mejor así, parece, dicen. Las raíces acumuladas pueden pesar más que el cuerpo.

Desde un décimo piso, la pequeña raíz cuelga impotente y los que pasan se ríen de ella.

10/12/08

Luna llena 2

Luna llena

Madera y metal

Foto de familia

Arriba: derbake, charango, bodhran. Al medio: bongó, tamborcito, sikus, pandero y pandereta (encimados). Abajo: ocarina, xilofón. A la izquierda de todo, unos cassettes de audio.

Ochos


Cuando uno es adolescente hace cosas como experimentar con la letra manuscrita, cambiarla, buscar identidad hasta en la manera en que se escribe la letra E. O el número 8. No quedé exento de eso, como no quedé exento de tantas otras cosas.

El ocho, justamente, fue un punto clave. Me gustaban esos ochos técnicos que hacía alguna gente trazando dos círculos uno encima del otro, el de arriba un poco más chico. Así que hice esfuerzos por habituarme, por convertir esos ochos en mi manera natural de escribir. Era joven, y lo conseguí.

Ahora bien, esos ochos son una molestia. O se hacen con prolijidad, o no sirven para nada. Trazar dos círculos, cuando uno está apurado, se convierte en una tarea agobiante. Y peor cuando la escritura manuscrita se va atrofiando gracias al uso de teclados. En la imagen, los ochos de arriba son de esos, tal como me salen ahora. Me molesta sobre todo la tendencia a generar ese arco a la izquierda, como resultado de no levantar la birome al terminar el círculo de arriba. Con ese arco, la mitad inferior del ocho parece un seis.

Así que hace poco decidí dar marcha atrás. Basta de los ochos vanidosos. No es fácil: además de lograr el movimiento pendular, rítmico, envolvente, que requiere un ocho clásico, está la tarea prodigiosa de habituar al cerebro a que no vuelva atrás. En eso estoy. La mayoría de mis ochos, ahora, son como en la parte de abajo de la imagen, de una sola pieza.

9/12/08

Imagen

No sabés si la imagen del espejo está tapando lo que vendrá, lo que te espera, o lo que fue, lo que se escapa. A sus espaldas el misterio es tan grande como a tus espaldas. El ojo que todo lo ve está de vacaciones desde un segundo después del big bang. Cuando vuelva, este espejo se habrá dado vuelta para mostrarse a sí mismo.

La solución es una cámara digital.

Cien

No hace mucho alguien anunció que decidía poseer solamente cien cosas. Escribió al respecto (ahora no encuentro dónde, pero fue en la Web). Claro, contaba como una sola cosa cierta colección de objetos, herramientas creo, de los que no quería desprenderse. Hubo una discusión (en su sitio o en otro que lo nombraba) acerca de si todos los zapatos que uno tiene son también una sola cosa, y todos los calzoncillos.

Me pregunto si tener un blog es tener una cosa, si tener un papel en el bolsillo con un par de anotaciones es tener otra cosa, si tener una resma de papeles A4 de 80 gramos... Si tener una bolsa de caramelos es tener una cosa. Si tener dos sábanas y una funda para la almohada. Si tener un directorio con veintiséis mil canciones. Si tener un piso hecho con infinidad de piezas de madera organizadas como en un rompecabezas. Si tener seis cucharitas. Si tener un árbol. Si tener un hilo suelto en el pantalón. Si tener más de cien blogs en el lector de RSS.

Perdí de vista la historia, ni un link me queda, tal vez porque no era interesante. O porque tengo demasiadas cosas en la cabeza.

(Y defiendo la libertad que nos dimos en otros tiempos de hablar de algo sin tener la cita perfecta / el link que corresponde. De discutir con fantasmas. De dejar las cosas antes de contar hasta cien.)

Para variar

Especificaciones

El vehículo tendrá una capacidad de diez personas distribuidas de manera triangular, en hileras de uno, dos, tres y cuatro asientos respectivamente.

Los pasajeros disfrutarán de una alimentación equilibrada, vendas para los ojos y alquitrán.

Será siempre de día.

El personal de a bordo se tenderá en el piso, debidamente acolchado, y observará a través de tres agujeros practicados en el techo de la cabina de pasajeros.

El motor será reverenciado por todos.

La pantalla principal estará permanentemente a oscuras, salvo en el centro, que mostrará un diseño giratorio apenas visible.

En el exterior, la población recibirá lentejuelas y seguirá su rutina habitual.

Los domingos habrá descanso.

Hay riesgos

8/12/08

Deducciones

Las marcas del piso indicaban que en esa casa era usual que se jugara al ajedrez.

—Se nos ha hecho tarde, señores —dijo McIntyre, delatando así su afición por la orfebrería.

Con un solo vistazo al armario, el detective supo que allí estaban las cartas. Pero ahora ya no era necesario leerlas.

El enamorado, el ciclista y el carpintero eran todos la misma persona.

Las dimensiones del calabozo eran exactamente las necesarias para que el criminal apresado entendiera cuál había sido su error.

Desavenencia

Soporte

Adelante

De una habitación a la siguiente cambian el olor, la luz, el ruido. La temperatura, en cambio, es constante. Todo está mojado. El movimiento del aire es como el temblor que se extiende por una población de lobos marinos.

Hay quienes están en silencio. Hay quienes fuman. Los que caminamos hacemos esfuerzos para no arrastrar los pies. El progreso es lento porque nadie le dice a la multitud en qué dirección conviene ir. No te veo entre la gente, y tampoco entre los otros. Detrás de mí, alguien viene tarareando una canción que se me había ido de la memoria.

Allá adelante está más oscuro.

Aquí Ximenez


Aquí estoy. Vengo de la Mágica Web, donde viví durante seis años y diez meses, y 2768 posts. Me dieron ganas de tener casa nueva.

Eduardo Abel Gimenez

Mi nombre es Eduardo Abel Gimenez. Soy escritor. Dirigí Imaginaria, junto con Roberto Sotelo. Uri Gordon tomó la foto de al lado.

En la Mágica Web, mi sitio personal, puse lo que escribí, la música que grabé, las fotos que saqué, entre febrero de 2002 y diciembre de 2008. Desde entonces sigo aquí, en Ximenez.

Nací en 1954. Siempre me gustaron los Beatles. Siempre viví en Buenos Aires. Por algún motivo, mi apellido se escribe sin acento. Quien me quiera escribir, puede probar con e.a.gimenez@gmail.com.

Publiqué libros:
  • Justo cuando (poesía, con Cecilia Afonso Esteves, Comunicarte, 2016)
  • Cuentos de otros mundos (cuentos, Edelvives, 2015)
  • Sorpresa y otros 99 cuentos (microrrelatos, Longseller, 2015)
  • Vania y los planetas (novela, Edelvives, 2014)
  • Tus ojos (poesía, Calibroscopio, 2014)
  • El Bagrub y otros cuentos de humor (i)lógico (cuentos, Estrada, 2014)
  • Monstruos por el borde del mundo (novela juvenil, reedición, Edelvives, 2012)
  • Bichonario. Enciclopedia Ilustrada de Bichos (humor, con Douglas Wright, reedición, Cántaro, 2012)
  • El viajero del tiempo llega al mundo del futuro (novela, Editorial Norma, 2012)
  • Mis días con el dragón (novela infantil, Crecer Creando, 2012)
  • La Ciudad de las Nubes (cuentos, Edelvives, 2011)
  • El hilo (libro ilustrado, con Claudia Degliuomini, Del Eclipse, 2011)
  • Un paseo por Camarjali (novela, reedición, Editorial Norma, 2010)
  • Como agua (libro ilustrado, con Cecilia Afonso Esteves, Del Eclipse, 2009).
  • Quiero escapar de Brigitte (novela juvenil, Editorial Comunicarte, Córdoba, 2007).
  • La caja mágica (juegos de ingenio, con Douglas Wright, Atlántida, 2001)
  • La bruja Cereza y Nadie puede fabricar una manzana (infantiles, con Roberto Sotelo y Douglas Wright, Atlántida, 2001)
  • Colección Bichonario (humor, tres títulos, con Douglas Wright, Altea, 1998)
  • Monstruos por el borde del mundo (novela juvenil, Alfaguara, 1996)
  • Colección El laberinto de los Juegos (juegos de ingenio, tres títulos, con Douglas Wright, Libros del Quirquincho, 1994)
  • Colección Bichonario (humor, cuatro títulos, con Douglas Wright, Libros del Quirquincho, 1994)
  • Un paseo por Camarjali - El misterio del planeta mutante (novela, Libros del Quirquincho, 1993)
  • Bichonario. Enciclopedia Ilustrada de Bichos (humor, con Douglas Wright, Libros del Quirquincho, 1991)
  • Días de fuga de la prisión multiplicada (juego de fantasía, Filofalsía, 1987)
  • El fondo del pozo (novela, Minotauro, 1985)
Recibí premios (lista con ausentes):
  • Destacado de ALIJA (Buenos Aires, 2017), por Justo cuando (con Cecilia Afonso Esteves)
  • Segundo premio en la categoría "Novela" del Concurso de Letras del Fondo Nacional de las Artes (Buenos Aires, 2016), por Juicio a las diez (inédita)
  • Destacado de ALIJA (Buenos Aires, 2015), por Vania y los planetas
  • Destacado de ALIJA (Buenos Aires, 2015), por El Bagrub y otros cuentos de humor (i)lógico
  • Premio Fundación Cuatrogatos 2014 por Monstruos por el borde del mundo
  • Mención en los Premios Nacionales de Cultura, categoría Literatura Intantil (Buenos Aires, 2012), por La Ciudad de las Nubes
  • Pregonero (Fundación El Libro, Buenos Aires, 2009), rubro Periodismo en Internet, a Guía de Letras
  • Destacado de ALIJA (Buenos Aires, 2008), por Quiero escapar de Brigitte.
  • Julio Cortázar (Cámara Argentina del Libro, Buenos Aires, 2002), rubro Medio Alternativo, a Imaginaria
  • Pregonero (Fundación El Libro, Buenos Aires, 2001), rubro Especial, a Imaginaria
  • Fantasía Infantil (Buenos Aires, 2001), Categoría Poesía, por La bruja Cereza (con Roberto Sotelo y Douglas Wright).
  • Lista de Honor ALIJA (Buenos Aires, 1992), por la primera edición de Bichonario. Enciclopedia ilustrada de bichos (con Douglas Wright).
  • Gigamesh (Barcelona, 1986, compartido con Ursula K. LeGuin) al mejor cuento de ciencia ficción publicado en España, por "Quiramir" (incluido en la antología "Latinoamérica Fantástica", Barcelona, Ultramar Editores, 1985 —en la página del premio, incorrectamente, dice 1982—).
  • Más Allá (Buenos Aires, 1983) a la mejor novela de ciencia ficción publicada en Argentina, por la primera versión de Un paseo por Camarjali, publicada en tres entregas en la revista Parsec.
Colaboré en diarios y revistas, empezando por Expreso Imaginario...

Y además:

Entre 2003 y 2010 coordiné varios proyectos para el portal EducaRed de Fundación Telefónica de Argentina, hoy concluidos: TamTamGuía de Letras y La Biblio de los Chicos.

Soy autor, junto con Susanne Franz, del juego de tablero Iguana James (Buenos Aires, 1996, Ediciones de Mente).

Hasta diciembre de 1996 fui Gerente de Producción de Ediciones de Mente (Juegos & Co.). Entre 1997 y 2000 tuve mi propia (pequeña) editorial de revistas de pasatiempos, Ediciones ArgenTinta.

En 1992 formé parte del equipo argentino que obtuvo el 2° puesto en el Primer Campeonato Mundial de Juegos de Ingenio (Nueva York).

Como músico, hice ediciones de autor de varios cassettes entre 1982 y 1989; todos inconseguibles. Les debo la lista para otro momento.